Almudena Cid admite en directo que lo pasó realmente mal por lo que contó Christian Gálvez en Pasapalabra
Almudena Cid, la única gimnasta rítmica del mundo que ha participado en cuatro finales olímpicas, lleva casada con el presentador Christian Gálvez desde 2010. Ocho años en los que aseguran han sido muy felices juntos. La pareja no ha decidido tener hijos en este tiempo, y ahora ella explica lo que ha tenido que sufrir por el tema de la maternidad.
La difícil experiencia de Almudena Cid con la maternidad
En una emotiva entrevista con Toñi Moreno, en su programa de Telecinco Viva la vida, la gimnasta ha confesado abiertamente lo duro que ha sido para ella el tema de la maternidad, y la presión que ha tenido que soportar del exterior.
«He tenido una época muy difícil con este tema porque Chris lo comparte todo en su programa. A él muchas veces se le olvida que le ven miles de personas. Él expresó el deseo de ser padres, entonces luego íbamos al supermercado y la cajera me preguntaba que cuándo tendría hijos».
Sin embargo, ella nunca ha tenido claro que quisiera tenerlos y no se siente lo suficientemente preparada para ello: «Sentía que la sociedad me estaba empujando a ser madre y yo aún no sabía si estaba preparada o no para serlo». De hecho, aseguró que había llegado a tener pesadillas con el tema: «Sentía tanta presión que hasta llegué a tener pesadillas, lo pasé realmente mal».
Pero, por suerte, siempre ha tenido a su lado a su marido, Christian Gálvez, quien la ha apoyado en todo momento: «La gente no sabe que me he pasado 21 años encerrada en un gimnasio y que es muy difícil reciclarte a partir de ahí. Tenía que volver a encontrar mi lugar personal para luego decidir si quería ser madre o no. Y la verdad es que Christian me entendió y he tenido su apoyo en todo momento«.
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Con el tiempo, se ha dado cuenta de que tiene que pensar en sí misma y olvidarse de lo que opinen los demás. La decisión es suya, y esto es algo que deberían hacer todas las mujeres:
«Tenemos que pensar en nosotras. Nosotras primero. Nuestra felicidad primero. Y después lo que la gente opine, porque es verdad que la gente es libre de opinar, pero no estáis dentro de nuestro lugar ni en nuestro espacio. Nadie puede opinar sobre nuestro espacio», confesaba.
