Se extiende por las redes la historia que ha vuelto a unir a Jack y Rose 20 años después del Titanic
Cuando Gemma Nuttall fue conocedora del cáncer, su bebé ya tenía hasta nombre. La mamá británica llevaba pocas semanas embarazada cuando los médicos le anunciaron que el tumor se había expandido con tan mala suerte que tan sólo una de las dos podría sobrevivir. Ella eligió otro camino y emprendió una lucha que los protagonistas de Titanic ayudaron a conquistar.
Tres cenas con Rose y Jack a cambio de la vida de Nuttall
Escoger entre tu propia vida y la de tu bebé al que aún no has tenido el gusto ni de tocar, de acariciar, de oler, de besar, de limpiar o de adorar. Fue la pavorosa situación a la que se tuvo que enfrentar Gemma en su primer embarazo, y decidió aceptar las consecuencias de no recibir la quimioterapia que paralizaría su vida.
Parió a Penélope pero su cáncer se extendió hasta el cuello del útero. Momento de instalarse en una prestigiosa clínica alemana de inmunoterapia, y momento en que Rose y Jack salen a escena:
Kate Winslet y Leonardo DiCaprio: las tres cenas con sus fans que salvaron la vida de una enferma https://t.co/Sn4VxfiPxL pic.twitter.com/Pk5aUTEZs3
— Esteban Garrido (@ElGarresteban) February 7, 2018
Y así fue el fascinante gesto de la pareja de Hollywood, capitaneado por kate Winslet. Acordaron subastar una serie de cenas con ellos para recaudar lo suficiente y cubrir la terapia que salvaría la vida de la mamá británica.
300.000 dólares que consiguieron entregar y matar al tumor sin el que ahora permite a Nuttall disfrutar de su madre en esta tierna imagen.
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«Si tú saltas, yo salto» debió volverse a plantear Kate Winslet, esta vez sin estar enfundada en el papel de Rose de Titanic. Y aunque en aquella famosísima escena no lograse salvar la vida de su amado Jack, en la vida real si ha conseguido permitir que madre e hija vivan.
Un acto que significa también un guiño a la madre de la actriz, ya que sufrió la misma enfermedad y conocía de buena mano la clínica que salvó la vida de la madre británica. Sin duda, un acto para arrodillarse ¡Bravo!
